No me salen las palabras, y me da igual si escribo a ciegas.
(Te)inspiro mientras me canso de esperar a esos ojos fugitivos. Tanta gente a la que le clavas la mirada y ninguna se van clavados contigo.
Nadie te incrusta un puñal o una rosa en el olvido.
Sonrío a medias y el brillo de mis ojos se fueron por tu camino.
Daba igual la hora, no importaba el sitio.
¡Apaga la luz! y ahí empezaba nuestro rito.
Qué he dicho, que estupidez, me vestías de sensaciones y el juego me gustaba y lo rechazaba a la vez. Es lo que tiene arriesgarse, luego miro el otro lado de la cama y no estás -porque nunca estuviste-Veo mi silueta reflejada y no me veo ese mirar, ese brillo en la cara...
Alma solitaria está cansada de buscar, baja sus expectativas pero inconscientemente espera que llegues tarde pero que llegues ya.
Ahí está el problema, la impaciencia que me vuelve a rondar.
Podemos ser la mezcla perfecta, pero siempre queremos lo que no podemos alcanzar.
Quiero ser para ti lo que tú no quieres que sea, te puedo derretir pero tus instintos no se congelan.
Y es que me aburro de este mar, no hay olas que surfear.
Y puede que cuando despierte en Septiembre queramos jugar al mismo juego, en el que yo muevo ficha y tu derribas el tablero. No me dejarás cambiar las reglas, ni fumarnos un cigarrillo a medias, nada que sea la palabra compartir.
Que el libro está en blanco, con algunos garabatos en los márgenes, pero mi marcador de páginas se ha encaprichado en volver al momento en que se volvió a repetir.
Sigo leyendo entre líneas, esas de tus labios sin nada nuevo que decir, en tu caparazón no hay sitio para mi.
Que no puedes preguntar si noto tu ausencia si sabes que no puedo mentir, cuando antes veía el vaso medio lleno; a ratos, en ciertos momentos no podía... ¡Para de sonreír!
Eres como aire frío, y mi vaho no empaña tus cristales, llegas a calar hasta los huesos, y es un microcuento con el mismo fin. Un círculo vicioso.
Y es que vos no sabes que yo ya no sé que es sentir. Sentir que te miren con recelo por las calles, ver amanecer la ciudad, dormir en portales, tumbarnos en el asfalto, cerrar el mismo bar.
Te acuestas en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, otros simplemente dormimos deseando soñar.
Quema(s)da nuestras ganas, las apagaremos en un cenicero de metal.
Ni aprendo ni atiendo a razones, no estás a la vuelta de la esquina, pero sí puede que estés de vuelta.
Te acuestas en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, otros simplemente dormimos deseando soñar.
Quema(s)da nuestras ganas, las apagaremos en un cenicero de metal.
Ni aprendo ni atiendo a razones, no estás a la vuelta de la esquina, pero sí puede que estés de vuelta.
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