domingo, 4 de mayo de 2014

Remembering someday

Me emociona tanta felicidad. Fotos, frases inéditas. Textos que ni en mi mejor día, ni una noche de drogas hasta las cejas podría escribir. Lo curioso es que. Y lo triste es que ya no echo de menos, no te. No siento. Sólo recuerdo. Busco, encuentro, me pierdo, algo que me diga que sigo viviendo, que mi corazón no va envejeciendo. Que me sigo fijando en cada detalle, en cada rayo de sol que cruza tu pupila e inunda tu iris.

Y ya he dicho que ya no te. Que ya sé que es lo que echo de menos. Que siento por primera vez ese vacío que me contaron, ese hueco en el pecho. Sentir que no perteneces a ningún sitio. Enfadarte, odiar, ponerte triste sin motivo. Que ya da igual dónde estés, lo que pienses, lo que necesites. Que cada uno se mira a su espejo y tú aún sigues con el tuyo empañado viendo un leve reflejo.

No saber en que punto ni en qué nivel de juego estás. Querer tocar fondo para quedarte ahí sin más. Recuerdos guardados en ese bote de plástico, con un corazón de piel. Un dibujo del mundo que inventó para ti, un dragón que te hizo volar, una flor que nunca se marchita que te mira de frente. Un cohete anclado que te quiso llevar un día a la luna. 
Y no saber cómo ni por qué, dónde se guarda una sonrisa. Sentirte al borde del precipicio echando en falta una mano que te sujete. Una voz que te diga "quédate una noche más". Ese hueco en el sofá, pues rara vez llegábamos a la cama. El ascensor, la excusa  perfecta para violar un poco más sus labios.
Contar las horas. Irte a casa con ganas de más. 
Saber cada mancha que tiene mi techo. Olerte en mi pelo. Nervios antes de que suene el portero. Nuestra canción. 

Y ahora, sales al balcón, mirando atardeceres cada cual distinto, tocando con la guitarra cualquier canción absurda que te haga sentir mejor. 

Y sí, no echarte de puede ser terrorífico. De menos estás sintiéndome yo de más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario