viernes, 29 de marzo de 2013

Sino


Tanta tinta en hojas rotas. Tantos tintos vacíos de carmín. Monedas bajo el agua ¿cuántas? y tantas y griegas tachadas por ti. Dibujo comas que se comen los puntos a parte y un verso roto grita en forma de exclamación. Qué sino, si ya no hay "tus" pero sí los "míos".
 Apunta a la sin razón, mírala a los ojos y endúlzala con mentiras y hazte el elixir de la vida con las ruinas de su corazón. 
 Quiero que ciegue el eclipse de tu mesurado mirar. No hay lógica que descifre no ver mi silueta inmersa en el mar. Demasiada sal que irrite mis ojos hará desaparecer esa imagen de mis pensamientos. 
No pierdas el tiempo buscando el conjuro perfecto, el estruendo que hay en tus oídos distraen tus deseos, y los reflejos en los espejos estallan otra vez. 

Que plácido secuestro el mío. Conjuremos esas palabras y hagamos de esto un mito al amanecer. Todo empieza con una sencilla certeza. Las hojas se deslizaban por sus manos, iguales que el color de su piel. Dijimos en voz alta las palabras de la página cincuenta y seis, pero los sentimientos que viven en este lar desobedecen haciéndonos intentarlo otra vez. 
Decido, elijo la página que está del revés, la leo hacia mis adentros y drácula me muerde para desnudarme con presteza. Qué sutil convertirnos en animales para luego traicionarnos y producir nuestra propia muerte. Qué infeliz suceso, peculiar, caprichoso el azar que aunque te quería jurar amor eterno apareció ese pestillo en la puerta y sola se cerró. Pero nuestras criaturas lucharon para conquistar la habitación. No pude hacer nada. El acero acarició mi cuello para volver a la vida finita, rodeada de gotas de rocío en una jungla de nubes con un sueño en su interior. 
No me gusta la lluvia, pero cuando te empapas hasta más no poder es agradable la sensación. Días mojados, y miras el exterior a través del cristal haciendo las gotas de él un cuadro. No me preguntéis por qué, pero me encanta ver esos garabatos y de fondo esa ciudad.


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